Las malezas compiten con los cultivos por los nutrientes y la luz, disminuyendo su rendimiento y calidad. Es por eso que los agricultores vienen empleando herbicidas, que en general sirven para determinado tipo de malezas y cuyos residuos persisten en el suelo por mucho tiempo. El empleo de cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas resuelve estos problemas, ya que son tolerantes a herbicidas de amplio espectro, como el glifosato, que además de eliminar todas las malezas, se degrada en el suelo más rápidamente que los herbicidas tradicionales. Además, el empleo de estos cultivos, junto con el glifosato, facilita la implementación de prácticas conservacionistas de manejo, como la Siembra Directa. La soja tolerante a glifosato se obtuvo por inserción de un gen bacteriano en el genoma de la planta. Según el informe de ISAAA, en 2009 los cultivos tolerantes a herbicida disponibles en el mercado mundial fueron la soja, el maíz, el algodón, la canola, la remolacha azucarera y la alfalfa. Por su parte, Argentina continúa siendo uno de los principales países productores de cultivos GM, y cabe destacar que en la campaña 2009/2010, además de la soja tolerante a glifosato, nuestro país ha tenido una excelente adopción de maíz y de algodón tolerantes al mismo herbicida. En cuanto a la soja, las variedades tolerantes al herbicida constituyen casi la totalidad del cultivo de soja en Argentina. Los alimentos derivados de la soja transgénica son seguros para el consumo humano y animal. Se han estudiado cuidadosamente y cumplen con las normas de seguridad alimentaria establecidas por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGyP) y sus comités científicos asesores. Además, son equivalentes en su composición y calidad nutricional a los derivados de la soja no transgénica.
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